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Tacita Musa


Cuando los antiguos romanos tomaron de los griegos la adoración de las Nueve Musas protectoras de las artes, ya tenían una Musa sòlo romana: Tacita.
Es una musa que invita al hombre al silencio y a la confidencialidad porque en Roma la reticencia y la falta de locuacidad se llevaron a cabo en alta estima. El culto fue introducido por Numa Pompilio, que èl consideró necesario para la nueva ciudad.

El culto de Tacita proviene de la historia de la ninfa del agua Lara que, sin cuidarse de la ofensa que podría traer a Júpiter, fue a decirle a Juno que el padre de los dioses tenía diseños en la ninfa Juturna; Júpiter se enojó y le arrancó la lengua "ya que no ha sido capaz de hacer un buen uso de ella", y ordenó a Mercurio para acompañar Lara , vuelta muda, en la palude del Infierno de la cual se convertiría en la ninfa protectora. Pero durante el viaje Mercurio se aprovechó de ella y la violó; la ninfa dio a luz a dos gemelos, los dioses Lares que tuvieron la tarea de proteger a la ciudad y vigilar las fronteras.
  Como la diosa del silencio, Lara fue llamada Tacita Musa y como madre de los Lares, fue llamada también Acca, porque la letra h es silenciosa.
El mito sigue mostrando los valores de la civilización romana - y antes de la griega – por la que las mujeres deben guardar silencio no sólo por virtud, sino también por deber; y, sin embargo, la lengua estrapada se debate símbolo del abuso del mundo masculino que para ocultar la violación retira la palabra a la mujer: se impone el silencio y la mujer es sumisa a excepción de un dìa cada año, durante las fiestas para los difuntos el 21 de febrero.

Durante la fiesta de Feralia donde se celebraban la Manes, los espíritus de los muertos y en especial de los antepasados fallecidos, según lo dicho por Ovidio, se llevó a cabo un ritual en honor de la diosa Tacita. Para el ritual una vieja borracha se sentaría en un círculo con otras niñas y mujeres y con tres de sus dedos le ponìa tres granos de incienso bajo un umbral, despuès tenìa en la boca siete habas y luego esparciba con pez la cabeza de un pescado, animal mudo, la asaba en vino y bebìa la bebida así obtenida. A través de este rito se quería evitar que en la ciudad se extiendiera la calumnia.
Tacita Muta, sin embargo, tenía una tarea más grande que la protección sólo de rumores y chismes; era una diosa del inframundo que presidia a los cultos funerarios visto como pasar de lo que es simplemente muertos en lo que se convierte en el apoyo a nueva vida.
Desde el rito de la diosa Tacita nació la tradición de las habas de los muertos, los dulces que se preparan y comen en muchos países por las fiestas anuales de los muertos.





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